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vino y peso

¿Tomar vino engorda?

Según la ciencia, la clave parece ser la moderación. La genética, el nivel de actividad física que se haga y el tipo de alimentos que se consumen son otros aspectos cruciales.

Es por demás sabido que hacer ejercicio físico y elecciones saludables a la hora de decidir qué comer son las bases de una vida sana y aliados del peso adecuado. Pero algunos se preguntan si tomar vino puede “jugar en contra”.

Una posible respuesta a esta incógnita surge de un estudio realizado durante ocho años con 19.000 mujeres de mediana edad -publicado en 2010 en “Archives of Internal Medicine”- en el que los autores concluyeron que las mujeres con “normopeso” que toman una cantidad moderada de alcohol, tal como una copa de vino por día, son menos propensas a convertirse en obesas o con sobrepeso a medida que envejecen, en comparación con las mujeres que no toman.

En esa misma línea, otro estudio de cohorte prospectivo -que duró siete años y en el que participaron 16.000 mujeres de mediana edad- halló que aquellas que toman de forma moderada son más propensas a mantenerse en un peso saludable al envejecer que las “no tomadoras”. Los autores de este trabajo, publicado en septiembre de 2012 en “International Journal of Obesity”, afirmaron incluso que el vino “protege” contra el aumento de peso de manera más efectiva que el licor o la cerveza.

Un tercer trabajo publicado en 2015 en “Current Obesity Reports” hizo una revisión de estudios transversales que evaluaron el vínculo entre la ingesta de alcohol y el índice de masa corporal (IMC) en grandes grupos de personas en un momento determinado de tiempo.

Los autores, Gregory Traversy y Jean-Philippe Chaput del Instituto de Investigación del Hospital de Niños de Ontario Oriental, subrayaron que entre los hombres la ingesta de alcohol no estuvo asociada al peso, mientras que entre las mujeres el consumo de alcohol o bien no afectó el peso o estuvo asociado con un menor peso corporal que las que no tomaban.

A modo de resumen de los hallazgos, los autores indicaron que la ingesta leve a moderada frecuente de alcohol -con un máximo de dos bebidas por día para los hombres y una para las mujeres- “no parece estar asociada con riesgo de obesidad”.

No obstante, el consumo abusivo de alcohol -cinco o más bebidas en una ocasión dada- y el consumo elevado -más de cuatro bebidas por día para los hombres o más de tres para las mujeres- estuvieron vinculados con un mayor riesgo de obesidad y una mayor circunferencia de cintura.

En tanto, tras la revisión de estudios prospectivos, Traversy y Chaput concluyeron que “la ingesta leve a moderada de alcohol no está asociada con el aumento de peso o con cambios en la circunferencia de la cintura”.
Entre los estudios que los autores catalogaron como los más confiables y con evidencia más sólida se ubicaron los experimentos controlados en los que las personas fueron asignadas al azar a consumir cantidades determinadas de alcohol bajo condiciones controladas. Uno de dichos estudios halló que tomar dos vasos de vino tinto con la cena a diario durante seis semanas no resultó en un aumento de peso o un mayor porcentaje de grasa corporal en 14 hombres, al compararlo con la misma dieta y plan de ejercicio físico pero sin alcohol.

No obstante, los estudios experimentales fueron pequeños y los periodos de intervención cortos. En ese sentido, los autores pusieron de manifiesto que incluso un pequeño aumento de peso a lo largo de 10 semanas puede sumar muchos kilos extra en cinco años a menos que se compense con una reducción de la ingesta de alimentos o un aumento de la actividad física.

Por otra parte, los investigadores señalaron que las grandes diferencias en los patrones de ingesta de hombres y mujeres influyen sobre los hallazgos del impacto del alcohol sobre el peso. “Los hombres son más propensos a abusar del alcohol y beber cerveza y otras bebidas espirituosas, mientras que las mujeres beben principalmente vino y son más proclives que los hombres a compensar las calorías extras consumidas como alcohol”, indicaron.

Asimismo, apuntaron que el factor genético es otro aspecto a tener en cuenta al sugerir que el alcohol puede ser más problemático para las personas genéticamente predispuestas al aumento de peso excesivo.
Debido a que los estudios han demostrado diferentes respuestas de las personas a la ingesta de alcohol, los autores de la revisión aconsejaron -ante la duda- el automonitoreo: es decir, pesarse con regularidad, a la misma hora del día y bajo las mismas circunstancias para controlar cómo responde el propio organismo y encontrar así el equilibrio más saludable.