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vino y habitos saludables

El consumo de vino se asocia con hábitos más saludables de vida

Una investigación halló que quienes toman esta bebida se alimentan mejor y fuman menos.

Una de las razones por las que el consumo moderado de vino se asocia con múltiples beneficios para la salud -tales como un menor riesgo de enfermedad cardiovascular- es que los bebedores de vino tienen mejores hábitos de alimentación y ejercicio físico que los que no toman vino o quienes toman otras bebidas alcohólicas.

“Nuestros datos sugieren que las personas que consumen vino tienen hábitos de salud que pueden influir sobre otros resultados en términos de salud general”, afirman los autores del estudio, publicado en el “American Journal of Clinical Nutrition”. 

“Estas conductas pueden traducirse en una menor incidencia de cáncer, de accidente cerebrovascular, fractura de cadera, y mortalidad por todas las causas”, señalaron.

El estudio, realizado por John Barefoot de la Duke University en Carolina del Norte y el investigador danés Morten Gronbaek, examinó las elecciones de estilo de vida asociadas con el consumo de vino y otras bebidas alcohólicas.

Un trabajo anterior de Gronbaek en el Instituto para la Medicina Preventiva en Copenhague indicó que la ingesta de vino estaba vinculada con mayores ingresos y mayor coeficiente intelectual, factores que pueden también explicar la mejor salud de los bebedores.

Según aclaró Barefoot, los resultados no deben interpretarse como que el vino por sí mismo no tiene ningún beneficio para la salud debido a su composición química. “Los factores relativos al estilo de vida pueden explicar algunos de los efectos sobre la salud, pero nuestro estudio no dice que el vino no sea bueno”, subrayó.

“Sin dudas, no aconsejaría a nadie que deje de tomar vino debido a nuestros hallazgos”, insistió.

Los participantes del estudio debieron responder cuestionarios sobre sus hábitos de bebida, tabaquismo y alimentación (por ejemplo, cuántas porciones de frutas, vegetales y carnes rojas o fritas consumían en una semana habitual), y sobre su peso y cuánto se ejercitaban físicamente. También se indagó sobre su nivel educativo y estatus social.

A los voluntarios se los dividió en cinco categorías, en función de su nivel de consumo de alcohol: aquellos que no tomaban o que solían hacerlo pero ya no, aquellos que tomaban todo tipo de alcohol, aquellos que preferían las bebidas blancas, los que preferían cerveza y los que preferían vino. 

La investigación halló que, en comparación con otros bebedores, “los que consumían vino reportaron mayor ingesta de fibras, menor consumo de grasas saturadas y colesterol”.

Los bebedores de vino también fumaron menos que todos los otros grupos y se ejercitaron casi tanto como otros bebedores. Quienes no bebían alcohol o quienes habían dejado de tomar tendían a ejercitarse menos y pesar más.

Si bien la gran mayoría de los participantes tenía un título de bachillerato o universitario, los bebedores de vino tenían mayores ingresos familiares que los que bebían cerveza o bebidas blancas y quienes no bebían nada.

Cuando los investigadores hicieron la corrección necesaria en base a estatus socioeconómico para eliminar la influencia que la riqueza podría tener sobre la salud, los bebedores de vino aún tuvieron prácticas más saludables que los otros grupos.

Los científicos advirtieron que estos hallazgos están basados en un auto-reporte y, por lo tanto, pueden contener algunos errores si los participantes describieron sus estilos de vida como más saludables de lo que verdaderamente son.